Por: ROMAN

La política ha entrado de lleno en la era digital, pero no siempre de la mejor manera. Las redes sociales se han convertido en el escenario principal de las campañas electorales, pero también en el campo de batalla de la desinformación, la manipulación y los ataques personales. Algunos candidatos y partidos no dudan en recurrir a estrategias sucias para desprestigiar a sus rivales, sin importarles las consecuencias para la democracia y la convivencia. Estas prácticas ponen en riesgo la credibilidad de las instituciones, la confianza de los ciudadanos y el respeto a la pluralidad de opiniones. Es necesario que los actores políticos asuman su responsabilidad y se comprometan a hacer una campaña limpia, basada en propuestas y argumentos, y no en mentiras y calumnias.
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